Yo quiero vestir con su sonrisa y pasearla a todos lados. No se cómo lo hace para siempre sonreír esa mujer. La envidio. Pero no es una envidia sana! Es una envidia egoísta, perruna, baja. Quiero robarle la sonrisa y quedármela para mi, vestir con ella el interior y el exterior y no la mueca estridente que se me forma por la admiración hacia el mundo y a sus parroquianos. La quiero así, gratuita, como brota de la cara de esa chica... No es por mi, ya no es por mi. Es que, qué pensáis cuando veis a una persona con semejante expresión? Muchas personas no saben mirar a la cara. Bueno, qué digo, menuda flipada! Cada uno de nosotros es impregnado por una sensación distinta al mirar a alguien, una impresión que sin saberlo nos cala en lo más hondo y condiciona nuestro comportamiento para con dicho individuo. Pero coño! Decidme algo que abra más puertas que una sonrisa. No me extralimito si digo que se trata de un lenguaje universal el arte de la sonrisa, dibujada a débiles trazos sin marcar, esbozada, desmedida y sutil. Un Armani con el que vestir las estaciones que no conoce de modas y sin embargo... no se que me pasa con esa chica que nunca sonríe, siempre seria, con cara de ocupada, demasiado centrada en sus quehaceres como para sonreír.
17 nov 2010
14 nov 2010
Azar
Y una gran verdad, la otra cara de la moneda.
13 nov 2010
Contigo
8 nov 2010
5 nov 2010
¿En qué estabas pensando?
4 nov 2010
Sobre la estupidez (De cómo un sabio puede ser un estúpido)
Me hace gracia el rollete este del nuevo planteamiento de la educación. De cómo se las dan de querer integrar al estudiante dentro del ámbito universitario con una mayor intercomunicación entre el profesorado y el alumnado facilitando así el intercambio de ideas y el dialogo y bla bla bla... Hoy no, mañana.
El ultimo comentario (y con él la cita célebre de hoy) que recibí de un profesor vino a ser algo así; “Es muy loable por tu parte que intentes razonar el crecimiento de la población de ballenas pero no pienses y utiliza la maldita fórmula” Cierta chiquilla que andaba bastante más perdida que yo no tuvo tan buena suerte.
Existen ciertos personajes que obligan a practicar el bello arte del autocontrol, sobretodo, si tienen algo que tu quieres. No se qué les da la universidad pero parece que no les ha enseñado todavía algo muy importante, algo que se ha de aprender en la calle; La capacidad de sobreponerse al mal humor que cargan como costumbre. No mal humor en sí (bueno, sí), sino cierto desdén hacia los seres de una raza inferior (prole estudiantil). Es algo “arrollador” la dialéctica que gastan para dirigirse a alumnos con dudas razonables. Y no hablemos de la que utilizan con quien plantea alguna no tan razonable (magufada, estupidez, despiste...). Ahora es cuando dejo de llorar porque el de quinto me ha quitado la pelota y le hago ver a la más guapa de su clase lo que puedo hacer con un balón. Si, creo que es más fácil que ella se lo pida, al fin y al cabo, ¿qué es un balón?
Esta es la historia de como se convierte un sabio en estúpido, aunque ahora que me leo no me queda muy claro quien es quien si recurro a métodos tan oscuros...mmm... mmm... Podría dejarlo correr y que un trozo de papel hablase por mi en un aburrido examen pero no resolveríamos el tema de la estupidez. Por otra parte, si el tema de la estupidez tuviera o tuviese apaño, el mundo sería... no se, más soso. Quizá la impertinencia tenga su parte atractiva... Si no, ¿quién si no yo es un experto en ver lo malo como una puerta con el más grande potencial para abrirse hacia lo bueno?