Rito

Hasta que se ha convertido en un rito... En casa, regaba plantas de pequeños que no conocía y más tarde aquel viejo rasta me explicó y me contó que hoy era el día. La verdad, nunca creí en las supersticiones y nunca creí en un dios, pero también es cierto, y es algo que no debería negar, que siempre sentí un atractivo interés por los ritos, por las tradiciones sobre ciertas cosas que, en cierto modo, camuflados por siglos de dogmáticas imposiciones, esconden un porqué cuya razón escapa de toda intención.

Siempre recuerdo aquella vieja que decían que curaba el Anfit rezando con un vaso de agua en la cabeza y no se que otra práctica más. Lo cierto es que te lo quitaba y en otra época hubiese sido todo un milagro, pero aquel rito quedaba desfasado y cualquiera podía ver que eran las otras acciones las que provocaban la mejoría, además del factor psicológico y la predisposición a curarse... Estuve un rato observando su cara, respetuosamente, intentando averiguar si ella, mientras rezaba sus plegarias (cristianas como no, romanas me gusta más decir)para introducir en mi la salud del mismísimo señor, creía en ellas. Las decía convencida, de eso no cabía la menor duda, pero de su cara para dentro, siempre me quedé con la curiosidad de saber si las creía y más aún si sabía el porqué del poder de su farándula.

A lo que iba, aquel rasta, con el que pasé momentos fantásticos me lo contó. Habíamos terminado de cargar el agua en el coche y nos dirigíamos al clandestino paraje divino. Allí crecieron a golpe de reggae y de sol. En ello crecimos a golpe de golpes y besos que otro día contaré... Realmente poco dijo aquel trotamundos de monte, salvo tres cosas. Conservo, es cierto, el amor por el rito, por la luna, por el monte y por la vida, nada de productos blablacidas. Me quedó también el amor por otras cosas, pero de lo que me dijo, sol, agua y amor se quedó conmigo. Y hoy era el día según mis cálculos... Bajo la luz de esta luna llena, curioso astro que ha regido la vida agrícola desde quien sabe cuando. A decir verdad, no es que la luna tenga un papel tan trascendente en la evolución del tilacoide... pero quien no sueña mirando a la luna dime. Cómo no dejarme seducir por la idea...